Tuesday, May 16, 2006

Frases

Una pelusa quiere retener su estancia por el aire. Pero por más que disfrute y mire a la señora pasar apresuradamente, y al niñito correr con su jugete, pequeño y entusiasta con la propia alegría y pureza de un alma recién nacida, la pequeña pelusa es solo un ave pasajera que observa.
Y se pregunta qué quiere hacer.
Y se pregunta qué debe hacer.
Y se pregunta qué será.
Pero una cosa no se pregunta: se deja pensar. Divaga libremente en sus pensamientos, ya que vive de ellos, y de las consecuencias de ellos.
Le gustaría, en ocaciones, que sus pies se cansaran, pero no tiene pies. Anda descalza.
Su detención no es más que una estancia para recordar los lugares en los que estuvo.
Sin duda uno no puee ser una pelusa, ya que no puede acceder a lo irrepresentable: a lo sublime. O sí?
Luego de las tormentas y los aluviones viene el silencio. Pero este no espera, y vuela también por el aire, al igual que la diminuta pelusa que apenas se deja presenciar.
Es entonces cuando las calles oscuras de iluminación ficticia se tragan el sonido agobiante y dejan sonar una teclas al viento inmóvil.
El aire que se respiraba no ahogaba como muchas otras veces, pero era insustancial. No había tiempo; había sido congelado y olvidado en las páginas del racconto.
¿Cuándo fue que el tiempo suspendido en el aire había sido tragado por la tranquilidad?
Sin más recuerdos que las notas armónicas de aquel piano y el leve crujir de las hojas que se imagina el caminante, por entre lo estático ve nada más que la noche vacía de una llena vida atemporal.

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